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lunes, abril 10, 2006

Señoras y Señores: Gustavo Santaolalla


Me pueden tildar de rebuscado o exquisito, pero el ejercicio de ver una película en forma periódica, inevitablemente afina la observación y el oído para urgar en complicadas realidades implicitas del mundo del cine. La música incidental es uno de estos ejemplos, que si se logra aprender a percibirla, el deleite provocado por este arte, acentúa al infinito el placer de ver y escuchar una película. El culpable de que esté hablando y redundando en lo mismo, como dijo alguien por ahí, es el reciente ganador de un Oscar, Gustavo Santaolalla, creador, según muchos, de Soda Stereo, Cafe Tacuba, entre otros.


Este argentino de 54 años nacido en Buenos Aires, debido a sus últimos trabajos en North Country y Brokeback Mountain, me atrevería a decir que funda todo un sonido propio, tal como Ennio Morricone lo hace en sus primeros tiempos del Spaghetti-Western. Esta impresión nace a partir de la reflexión de sus trabajos antecesores : Amores Perros y 21 Gramos (dupla perfecta que hace con González Iñarritu y Arriaga) en donde los rasgeos tristes de su guitarra son tan imponentes que suenan todavía en diferentes expresiones visuales de estos días, pero que también instala unos acordes, que a mi modo de ver es la personalidad del bonaerense en los filmes. Es el sonido de un charango que le imprime todo el sabor latinoamericano y que inexorablemente el espectador de por estos lados lo hace parte de su experiencia musical y por qué no decirlo vivencial. Para los que no captan, es el momento cuando el personaje de El Chivo, en Amores Perros, emprende su viaje al final del filme, y que luego la música sigue con los créditos. Esta sensación tan potente es la misma que aparece en North Country, en el juicio de Josey Aimes, que es una imagen antónima de la película mexicana, sin embargo gracias al músico argentino, los pelos del espectador igual se erizan como en el primer caso. De la misma forma, Morricone le imprimía su sello a la Trilogía del Dinero de Sergio Leone a fines de los años sesenta.

No me atrevería a recomendarle que escuche solo la música Gustavo Santaolalla, sino que le conmino a percibirla junto a los filmes, aquí mencione cuatro; y disfrute del charango infinito del latinoamericano.

1 comentario:

Nelson, un habitante del patio dijo...

La música es parte fundamental de una película.
En el caso de Santaolalla, los filmes en los que aportó su talento no serían lo mismo sin su talentoso aporte. Definitivamente no serían lo mismo.
Basta imaginarse, por ejemplo, la comentada "Brokeback Mountain". Aquel que se atreva a decir que la pelìcula de Ang Lee puede funcionar con igual éxito sin esa maravillosa música se arriesga demasiado.