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domingo, agosto 28, 2011

GRACIAS POR TODO MUCHACHOS

Al igual que aquel lejano Mayo francés de 1968, hoy nuevamente los jóvenes toman la iniciativa y ponen en jaque al Estado, levantando su voz, esta vez, por el derecho a la educación.

No me equivoco al decir que las generaciones adultas nos quedamos dormidas, nos quedamos aletargadas entre elecciones que nada cambiaron y políticos que a pesar de los votos, no representan a nadie.

En efecto, desde los años noventa, a partir del retorno de Chile a la democracia, nuestra participación ciudadana,comenzó a ser entendida exclusivamente a partir de mecanismos electorales. Las grandes luchas sociales que se libraron en la década de los ochenta, durante la dictadura de Pinochet, pasaron al olvido. Las urnas electorales pasaron a ser las voceras exclusivas de la expresión del ciudadano. Poco a poco, fuimos cayendo en el mutismo y el conformismo social.

Los gobiernos de la Concertación , no hicieron cambios sustanciales al esquema político-económico heredado de la dictadura, y se dedicaron al rol de meros administradores del sistema. Las profundas desigualdades sociales que fue incubando el modelo económico ultraliberal chileno, fueron cubiertas por una democracia intrascendente y por la fuerza voraz de la sociedad de consumo y los medios de comunicación.

Los abusos de las ISAPRES, el deficiente sistema de salud público, la cara educación superior, el infierno de las deudas y el DICOM, las jubilaciones miserables de las AFP, etc. no fueron suficientes para despertar nuestro reclamo organizado. El mágico efecto narcotizante del consumo hizo su efecto: Los chilenos, adultos y jóvenes, nos rendimos ante la TV y su mensaje consumista , nos rendimos frente al paseo al mall, a la satisfacción de comprar el objeto o el teléfono celular de moda.

Y así estaban las cosas cuando bruscamente surge la protesta juvenil. El 2006 fueron los estudiantes secundarios, la llamada revolución pinguina. El 2011, los estudiantes nuevamente ocupan las calles y levantan la voz, en marchas de miles, reclamando contra una de la educaciones más caras del mundo.

Cuando ya muchos nos habíamos rendido ante la incompetencia de una democracia de mentira y la omnipresencia de la economía de libre mercado , cuando ya muchos pensábamos que la rebeldía de los más jóvenes se había extinguido, que era algo olvidado en algún cajón olvidado del pasado, aparecen estos estudiantes de aspecto infantil y desgarbado. Los de la eterna mochila, los del pelo largo, los que marchan con alegría, los que se toman los colegios, los que organizan besatones y carnavales, esos chicos que llegan al rescate de todos nosotros, adultos adormecidos, para darnos una luz de esperanza para el futuro , aquel que viene y que tenemos que cambiar.

Gracias muchachos, gracias por todo.


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