En North Country (Niki Caro, 2005), Charlize Theron interpreta a una mujer minera, que luego de dejar a su marido golpeador, decide volver a la casa de sus padres, para poder recomenzar con su vida, y así alimentar a sus dos hijos. Es el argumento inicial de una película basada en la vida real, que retrata el primer caso de demanda de acoso sexual ganado por un grupo de obreras de una mina en Minnesota a fines de la decada de los ochenta.
Charlize, Josey Aimes en el filme, es la voz cantante de la acusación, y no es que ocupe este espacio para hacer un comentario sexista, hedonista, ni mucho menos una apología a la mujer, pero la performance de Theron reformula toda teoría que apunte a la sobreexplotación de mujeres extremadamente bellas en Hollywood sin talento para la actuación. Tampoco se trata de perfección y técnica histriónica de cómo se debe actuar, pero la cualidad de la Neozelandesa reside en ese raro talento que mientras menos glamurosos y actractivo sexual tengan los personajes, ésta los convierte en figuras dignas del plano de lo sublime y de la adoración religiosa.
Claramente lo anterior queda reflejado en Monster (2003), ella es la luz del filme con un rostro desfigurado y grotesco; En North Country (película de mayor factura cinematográfica que la primera en lo que a mi impresión respecta), es la anti-heroína gringa, nunca tiene un plano que la favorezca, es el antónimo perfecto de Angelina Jolie en Alexander (Oliver Stone, 2004), en que en todas las tomas no era más que un grandilocuente florero. La profundidad del personaje es tal, que el espectador se olvida de la belleza física de la actriz, la cual encaja perfectamente con esa belleza de la mujer obrera de país subdesarrollado que nosotros vemos constantemente, y que está muy lejos de la realidad hollywoodense. Creo que ahí está el grandioso mérito de Charlize y por ende del filme
Charlize, Josey Aimes en el filme, es la voz cantante de la acusación, y no es que ocupe este espacio para hacer un comentario sexista, hedonista, ni mucho menos una apología a la mujer, pero la performance de Theron reformula toda teoría que apunte a la sobreexplotación de mujeres extremadamente bellas en Hollywood sin talento para la actuación. Tampoco se trata de perfección y técnica histriónica de cómo se debe actuar, pero la cualidad de la Neozelandesa reside en ese raro talento que mientras menos glamurosos y actractivo sexual tengan los personajes, ésta los convierte en figuras dignas del plano de lo sublime y de la adoración religiosa.
Claramente lo anterior queda reflejado en Monster (2003), ella es la luz del filme con un rostro desfigurado y grotesco; En North Country (película de mayor factura cinematográfica que la primera en lo que a mi impresión respecta), es la anti-heroína gringa, nunca tiene un plano que la favorezca, es el antónimo perfecto de Angelina Jolie en Alexander (Oliver Stone, 2004), en que en todas las tomas no era más que un grandilocuente florero. La profundidad del personaje es tal, que el espectador se olvida de la belleza física de la actriz, la cual encaja perfectamente con esa belleza de la mujer obrera de país subdesarrollado que nosotros vemos constantemente, y que está muy lejos de la realidad hollywoodense. Creo que ahí está el grandioso mérito de Charlize y por ende del filme
1 comentario:
Tienes razón: lo destacado de las actuaciones de la Theron , fué que deja atrás su imagen de mina bonita, sacrificándola en beneficio de la credibilidad del personaje, y eso , con el capital estético que tiene la mujer, es una proeza.
En lo personal, la actuación en Monster aunque fué muy aplaudida, creo que fué algo sobreactuada.
En North Country fué buena, aunque no puedo decir que destacó.
En cuanto a la Angelina Jolie , los directores explotan su imagen en cada plano. Pero sigue siendo rica.
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