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domingo, julio 08, 2012

BARRY LYNDON (1975)


No hay deuda que no se pague, dice el antiguo refrán. 
Aprovechando la tranquilidad de unos días de descanso, y después de infinitas postergaciones, pude por fin saldar una personal deuda de honor que tenía con BARRY LYNDON,  de Stanley Kubrick.

No haber visto esta parte de la filmografía de este insigne director norteamericano, era para mí una situación casi insostenible en el tiempo. Así que, sin mayores cavilaciones, me acomodé en mi estropeado sillón –lo de viejo no es un eufemismo literario-, eso sí,  apropiadamente armado  de una copia en alta definición del film, para disfrutar el evento como corresponde -y como Kubrick se merece, claro-.

BARRY LYNDON me parece un film incomprendido. Es probable que las sombras de obras maestras tales como “2001: ODISEA DEL ESPACIO”, o de “EL RESPLANDOR”, o de la “NARANJA MECÁNICA” opaquen  el brillo propio que tiene esta singular historia de mediados de siglo. Sin duda debe ser así, pero en mi opinión este extenso film tiene grandes méritos que merecen ser destacados.

BARRY LYNDON (1975)

La exquisita técnica de Kubrick -yo diría casi al borde de la obsesión- se revela gigante en BARRY LYNDON. Cada plano está cuidadosamente planificado y dirIgido, la fotografía se maravilla con el uso de la iluminación con velas, las tomas en exteriores capturan la belleza del paisaje inglés con maestría inigualable, todo respaldado por una banda sonora de música clásica que lo transporta a uno a otro tiempo. Quizás el aspecto más bajo de la película tiene que ver algunas debilidades argumentales de la historia, que no la hacen suficientemente atractiva y dinámica.

Es probable que BARRY LYNDON no sea la mejor película de Kubrick,  y con su extenso metraje, hay que reconocer que se requiere algo de paciencia para verla.  Pero vamos, es Kubrick, al fin y al cabo.

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