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domingo, febrero 15, 2009

SALUD , DINERO Y DIGNIDAD

Hace unos días acompañé , junto a mi hermana, a mi padre al hospital. Debía hacerse una revisión por una caída que le había dejado un hematoma bastante feo en la zona abdominal. Respetando la decisión de mi viejo, nos dirigimos al Hospital público de la ciudad.

Una vez en el hospital, y a pesar que las más de 2 horas que estuvimos en la sala de espera, no conseguimos que nos atendieran. Según indicaron, el servicio de urgencia estaba colapsado ese día.

Decidimos cambiar de plan y nos dirigimos a una clínica privada. Allí la espera fue mínima, y prontamente estábamos en un box de atención.-Es una lesión bastante fea - señaló el doctor que nos recibió, al tiempo que ordenó varios exámenes. Al poco rato apareció una enfermera. Ella nos recomendó , previo a proceder con los exámenes , que conociéramos primero el valor económico de los mismos , pues debido a su naturaleza, el costo podía ser elevado.

Nuestra perplejidad se hizo evidente por el alto costo de los exámenes. -Es que además todo tiene un recargo de 50% por ser fin de semana- nos aclaró prestamente la funcionaria. Supusimos que, adicionalmente, se requeriría algún procedimiento quirúrgico y una breve hospitalización. Tras rápidos cálculos, vimos que el monto total era excesivamente alto. Aquello era, sin duda, un duro golpe a nuestros bolsillos, y no estábamos en condiciones de resistirlo. Con nuestro orgullo herido, nos devolvimos al Hospital público, decididos a resistir estoicamente la espera, a cambio de un costo razonable.

La espera fue más larga de lo previsto y debió pasar mucho rato para que mi viejo fuera atendido y despachado a su hogar. Horas en la sala de espera, horas en los pasillos, horas para la revisión médica, horas de espera por exámenes y resultados. -Que diablos, ya estamos aquí- pensamos en voz alta. Al final, la odisea tomó casi 12 horas. Estábamos agotados.

Por ser mi padre hombre de la tercera edad, el costo económico de todo el proceso fue cero. Sin embargo, a pesar de ello, nos devolvimos a casa, con una sensación bastante cercana a la impotencia, que nos mantuvo en silencio todo el camino de regreso.

Así está la salud en este lado del mundo. Si tienes dinero, todo bien. Caso contrario, prepara tú paciencia para resistir al límite de la dignidad.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

En este otro lado del mundo, lo creas o no, pasa más o menos lo mismo. Bueno, aquí el coste del servicio público es cero para todo el mundo, independientemente de su edad, condición o procedencia (se atiende a todos), pero las colas y listas de espera en urgencias o para una simple radiografía ordinaria son interminaaaaaables.
Ahora bien, sin quitar para nada en que el servicio deba mejorar en la gestión de recursos y calidad, el hecho de que exista, sea público y sea para todos, me parece muy importante. Hay países mucho más desarrollados en los que, si no tienes dinero, ningún servicio médico te atiende...

Saludos!

Rogolagos dijo...

Estimado lamento mucho lo que leo...
aunque no lo creas, en mi estadía en París me dio una otitis espantosa, por la que fui a la urgencia, primero en el sistema privado y el otorrino andaba de vacaciones!!!! así que tuve que ir al sistema público, y estuve tres horas esperando que me hicieran el chequeo para ver que tenía (cosa que sabía antes de ir al médico)... luego otra hora màs para que me atendiera el otorrino.
En ese intertanto de cuatro horas, vi desmayos, accidentados, gente de la tercera edad que la apilaban en camillas en el pasillo... y pregunté a alguien porque el sistema de salud era así...
y me dijo... son cosas del neoliberalismo...
y ahí entendí que en el neoliberalismo, no valemos nada.
ni acá en Santiago de Chile, ni en París.
Espero que tu padre esté bien.
saludos.

Elmer Rubio dijo...

Un poco de libertad para decir lo que quieras... lo tienes acá
http://mepermiteresponder.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Lamento mucho lo que paso, espero que todo vaya mejor ahora. Como verás en todos lados, esta igual y aqui no es la excepción! Saludos!