
La siniestra hoja de un corvo militar fué la herramienta mortal. Es que Manuel, José y Santiago murieron degollados. Más tarde sus cuerpos fueron arrojados a la orilla del camino, en la comuna de Quilicura, en Santiago de Chile, una fría noche de otoño.
Cuanto horror alberga nuestra memoria. Leer el relato de Manuel , hijo de Guerrero, es sencillamente sobrecogeedor.
Hoy, unas enormes sillas metálicas, a modo de monumento, recuerdan aquel horrible crimen.
Cuando las hojas de los árboles nuevamente comienzan a caer , es inevitable y necesario recordarlo.
Hoy, unas enormes sillas metálicas, a modo de monumento, recuerdan aquel horrible crimen.
Cuando las hojas de los árboles nuevamente comienzan a caer , es inevitable y necesario recordarlo.
NO HAY OLVIDO NI PERDON.
1 comentario:
Impresionante la imagen, sin palabras!!
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