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sábado, mayo 21, 2016

Ir y venir , del Cine a la fotografía.


Aunque el mundo del cine  siempre ha sido una importante afición personal -de hecho es la razón de ser de este humilde sitio- , la verdad es que estos último años he estado más dedicado a actividades que tienen que ver con su familiar directo: la fotografía. 

De alguna forma o de otra,  el mundo de la imagen , sea en movimiento o estática, siempre ha llamado mi atención. La capacidad de poder recibir o transmitir un mensaje o una idea a través de la imagen, es una cuestión que cautiva mi interés desde hace rato.

Aunque durante los últimos 15 años he forjado mi archivo fotográfico personal en base a la fotografía digital, en el último tiempo me he volcado hacia el mundo de la fotografía química o analógica. 

Este cambio, a pesar de ser cronológicamente inverso a la modernidad, ha sido una cuestión que se ha dado casi en forma natural, con el paso de los años.  Es una especie de natural giro hacia la búsqueda de lo esencial en la vida , lo que incluye claro, también el mundo de la fotografía. 

La modernidad lo ha hecho todo más fácil, cuestión que por supuesto, no es mala y se agradece.  Sin embargo, esta facilidad que trajo por ejemplo, el formato digital , hizo que le diéramos menos valor a cosas que antes atesorábamos.

En efecto, y de la misma forma que el mp3 convirtió nuestra querida colección de discos o cintas en objeto de museo, lo digital convirtió nuestras fotos en un archivo gigantesco, pero que no logramos disfrutar,  por su gran extensión.
Más no significa mejor.

Aunque sigo fotografiando en digital -cada vez menos- quise rescatar  la vieja fotografía química, como una forma de aterrizar, de volver a lo esencial.

Como en la vida misma, prefiero menos , pero valorar más.

2 de mis hijos en Playa Blanca en Coronel, Chile.
Febrero 2016.
Foto tomada con una Nikon FM2.